Perder a un ser querido nunca es fácil y a veces podemos no saber cómo actuar cuando hay niños/as de por medio. Cuando una persona querida sufre un accidente y fallece, o queda con secuelas que afectan de manera permanente o temporal a su vida, los niños y niñas también elaboran su propio duelo.
Perder a un ser querido en la infancia no es fácil
Como siempre decimos, detrás de cada accidente hay una familia, unas circunstancias, un hogar, unos seres queridos que sienten y sufren. Las personas adultas, que son las encargadas de acompañar a niños y niñas a lo largo del proceso muchas veces no saben cómo hacerlo ni cuál es la mejor forma de tratar el tema. A menudo, en un intento por protegerles se tiende a no hablar de los sentimientos ni del accidente, sin embargo, la imaginación y la fantasía de los menores puede ser incluso peor que la realidad, por lo que pueden llegar a experimentar sentimientos de soledad, de culpabilidad, etc.
A continuación, una serie de pautas, elaboradas por nuestro departamento de Psicología, dirigida a que los adultos sepan cómo ayudar a los menores después de la pérdida de un ser querido. Estas pautas están pensadas para niños y niñas de entre 6 y 13 años, y se pueden aplicar también en los casos en que el ser querido ha sufrido grandes lesiones que modifican sustancialmente su día a día.
Antes de todo, debemos recordar que cuando sucede un hecho traumático en un entorno con niños/as es conveniente recurrir a la ayuda de profesionales que evalúen la situación y adapten los ejercicios, los consejos y las pautas al caso concreto. Desde asociaciones de víctimas como Asociación DIA ofrecemos asesoramiento gratuito a víctimas de cualquier tipo de accidente y a sus familiares.
Si quieres ayudar, puedes compartir estas pautas con personas que están pasando por esta dura situación. Además, para cualquier duda, petición o asesoramiento social, legal y psicológico puedes llamar al teléfono gratuito 900 907 711, donde te atenderán personas especializadas en la atención a víctimas de accidentes.
Acompañar con cariño
- Acompañarle: del mismo modo que durante otras etapas evolutivas, para los niños y niñas de 6 a 13 años, es primordial sentirse acompañados por sus seres queridos. Entienden perfectamente todas las características que rodean al concepto de muerte; saben que es irreversible, universal y definitiva;
- Podemos ofrecerle más cariño y apoyo durante algún tiempo;
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- Tenemos que acompañar al niño/a en su experiencia con el proceso del duelo, para que el menor tenga seguridad y conocimiento de lo que le está ocurriendo en todo momento;
Ofrecer respuestas sinceras
- Darle la noticia de forma sincera;
- Responder con sinceridad a sus preguntas utilizando un lenguaje que comprenda, y en el momento en el que quiera hacerlo, sin adelantarle cosas que no ha preguntado;
- Es importante ir informando de la evolución del ser querido en caso de que esté hospitalizado. Cuando nos pregunte, informaremos sobre cosas reales. “Si no lo sabemos, no lo sabemos” y cuando nos enteremos, se lo haremos saber;
- En el caso de accidente con resultado de muerte es normal que las explicaciones que se les ofrecen tengan que ver con las creencias religiosas o filosóficas de la familia. No decir por ejemplo “mamá está en el cielo” si en la familia no se cree firmemente en ello;
Estimular y normalizar sus emociones
- Animarle a hablar de sus miedos, y contestarle de forma directa, simple y comprensible;
- No debemos criticar o coartar nunca la forma en la que expresa sus sentimientos;
- Normalizar sus emociones: la tristeza es necesaria y se debe a la ausencia de la persona querida. Pero si por alguna situación graciosa se ríe, también es normal y no está fuera de lugar;
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- No aislarle de la realidad que sucede a su alrededor, enviándole a vivir con otras personas durante el periodo más doloroso y los días siguientes. Podemos invitarle a acudir al hospital, o en su caso a los rituales o conmemoraciones;
- Los niños y niñas de entre 6 y 13 años, aproximadamente, suelen reflexionar sobre su propia muerte, pero les cuesta expresar lo que piensan y sienten. Por ello, cuando veamos que se animan a hablar, hay que mostrar serenidad y decirles que “aunque las cosas cambien, su mundo no se va a desmoronar”. Puede ayudarles que compartas con ellos otras experiencias de duelo pasadas;
Hacer que se sienta partícipe
- Es recomendable que, siempre que lo desee, participe en los rituales funerarios, pues a estas edades ya comprenden su significado. Además, suelen hacerse muchas preguntas sobre las creencias religiosas y hay que darles respuesta; lo que les confirmará que la muerte es un hecho real. Es conveniente explicarles con antelación en qué consiste el funeral y que puedan abandonar el lugar cuando quieran, si así lo desean;
- Abrazarle y llorar con él/ella, dejandole participar del dolor familiar, de la rabia, pero sin que vea el “hundimiento” de aquellos en quienes se apoya. Para un niño/a, llorar es natural;
Ayudarle a reconstruir su rutina
- Son capaces de pensar en el futuro y en cómo la muerte de este ser querido les puede afectar. Es por eso hay que procurar que su día a día siga siendo el mismo, procurando reestablecer su rutina cuanto antes;
- A esta edad es muy importante el grupo de iguales. Pueden tener miedo a sentirse diferentes dentro de sus grupos de referencia por el hecho de haber perdido a un familiar cercano. Si es así, procurarán no mostrar su afección en público, aunque interiormente sientan mucha tristeza. Es bueno animarle a salir y recalcarle que no tiene nada de malo en que se divierta;
- En ocasiones, cuando acontece una pérdida o accidente grave de un familiar a veces el preadolescente adopta en la familia roles de mayor responsabilidad, que no le corresponden; algunas veces porque el progenitor viudo/a lo requiere y otras porque el menor lo asume. Para que todo lo sucedido le afecte en la menor medida, hay que procurar seguir respetando y fomentando lo que es importante para su edad.
Alguien muy especial ha tenido un accidente
Desde Asociación DIA hemos puesto en marcha un programa de atención especializada para niños y niñas que se han visto envueltos en accidentes de tráfico “Alguien muy especial ha tenido un accidente”. Con este proyecto perseguimos fomentar la resiliencia entre los niños y niñas víctimas directas o indirectas de accidentes de tráfico, es decir la capacidad de tener éxito y recursos sociales ante la situación de alto estrés que supone un siniestro de tráfico. Se trata de un programa para realizar una intervención directa con los menores, víctimas de accidentes de tráfico directa o indirectamente, para ayudarles en su proceso de recuperación del incidente, de manera que el suceso sea lo menos traumático posible y puedan continuar con su día a día lo más rápidamente posible, trabajando en su propio “idioma”, el idioma del JUEGO.
Si quieres saber más acerca de este programa también puedes llamar al 900 907 711, escribir a info@asociaciondia.org o rellenar el formulario.